Somos relato

Somos relato

Defendemos un trabajo intelectual, técnico y tecnológico sobre la obra de Horacio Vázquez-Rial, que nos obliga a estar atentos a los ecos que se producen. Google, un servicio que usamos la mayoría de las personas que nos conectamos a Internet, como usuarios de su servicio de alertas, nos ofrece datos que son de gran utilidad para nosotros como editores, y bien divertidos.

De otro modo no nos habríamos enterado de este magnífico souvenir, disponible en Amazon por $70.- Un puzzle de una imagen de Horacio de hace varios años… de 76 x 51cm, Print features an image of VAZQUEZ-RIAL, Horacio (1947). Writer. 2004 chosen by Mary Evans. Estimated image size 762x507mm. High quality RA4 prints. Printed on Kodak Endura and Edge papers. Size refers to paper used.For any queries regarding this image please contact Mary Evans quoting Reference. Image supplied and selected by Mary Evans. (c) Mary Evans / Oscar Elias / Iberfoto.

Somos relato. Esa existencia más allá del cuerpo y de la vida es relato. Y al contrario que el puzzle, nuestra invitación no va dirigida a descomponer una imagen y a volverla a componer igual que estaba… ¡Sólo de la manera establecida por el molde! La cultura modélica contemporánea, industrial y masiva, impide cualquier otra bifurcación; imponiendo el mismo encage a una fotografía que a seres humanos.

Como editores nuestro trabajo no puede ser más opuesto: trabajamos con los caminos que se abren, con las posibilidades inexpoloradas que ofrece el corpus de su obra completa. Si ha de haber puzzle, a Horacio le encantaban (sus libros son muy así), él no querría que fuera en culto a su persona sino a sus personajes. Partimos de relatos en libro escritos para ser contados que invitan a ser leídos, aprehendidos. Sus lectores jamás devolverían la experiencia al punto de salida: cada quién hará el suyo y todos podrán combinarse. Por eso Horacio es un grande de la literatura: porque su relato nos mueve. Cuando salimos de sus historias y de sus páginas al ambiente que nos rodea cambió, el escenario en el que suceden las cosas cambió, nosotros nos sentimos distintos.

Teselas con sentido que no encajan, se relacionan entre ellas de múltiples formas.

El lugar del deseo

«Las Meninas» de Velázquez @ Showroom de Google

«Las Meninas» de Velázquez @ Showroom de Google

En este segundo aniversario del fallecimiento de Horacio Vázquez–Rial recuperamos el aprendizaje de dos cosas: que el tiempo y la ausencia convierten la memoria en sueño, y que la historia de los hombres es más breve que la sombra que proyecta. Tenía razón cuando lo dijo sobre la primera semana que Tristán pasó en Madrid, en El lugar del deseo: un texto sobre la pasión en el corazón y las razones de una serie de personajes bien lindos entre los que se desdibuja el narrador; con un ensayo integrado además sobre Velázquez y «Las meninas», tratando de encontrar la mirada del hombre que hubo detrás de ambas. «Son saberes elementales, pero las almas crédulas tardan en alcanzarlos», decía.

Dos años ya y al igual que él, sin saber muy bien por qué, dada nuestra breve estancia aquí, continuamos con nuestro registro de estos días, de modo de poder volver sobre ellos más tarde, pasado algún tiempo. Aunque estas páginas sean suyas desde el momento en que nacieron, ¿me permitirá leérselas?

Usted tenía razón respecto a todos nosotros: no nos hemos abandonado a la experiencia en solitario sino que seguimos abrazados a una red que lo recuerda bien, lo sigue queriendo, y aprecia lo que usted nos dejó, el trabajo de su vida. Dos años que nos falta el padre, el amigo, el narrador, el maestro, nos devuelve a la conversación suspendida, retomada y reiterada una y mil veces; una de esas conversaciones en que las opiniones, los sentimientos y los pensamientos de cada uno, sin cambiar en lo esencial, se conectan y conforman nuevos límites con los de los otros.

No obstante, su legado está a salvo, fluye. Al igual que su testimonio en «Sombra de la noche».

Las orillas de su pasión

Jaime Naifleisch

Jaime Naifleisch

Por Jaime Naifleisch

Aquella mañana sería diferente: una pareja de Guardias Civiles llamaba a la puerta del piso de la calle París. La embajada española en Buenos Aires había sido informada de la muerte de un súbdito español y los guardias se ocupaban ahora de comunicar el deceso a su hijo en Barcelona.

Los dos hombres llevaban años sin intercambiar una mirada, una palabra, aunque no había faltado algún contacto indirecto, al necesitar el mayor un auxilio puntual.

Sé que Horacio visitó la tumba de Chacarita, solo, en una ocasión.

Años después llegó a Horacio la noticia de que su madre había dado la callada por respuesta al requerimiento de la Dirección de cementerios en la que se anunciaba que la sepultura debía de ser renovada, y los restos fueron enviados al osario común.

–Nunca más podré ir a decirle unas palabras.

Una cierta angustia ya no lo dejaría.

Por esa razón no puedo entender que dijera a sus hijas que su última voluntad era la de ser sometido al fuego. Y que sus cenizas fuesen esparcidas entre el Mediterráneo y el Río de la Plata, cuando las condiciones hicieran posibles sendos viajes.

El Mediterráneo y el Río de la Plata, ambas orillas de su pasión. Ambas orillas que le dieran la espalda.

HVR @ Facebook

Perfil de HVR @ Facebook

Perfil de HVR @ Facebook

Estimadas amigas y estimados amigos vazquezrialistas:

Como todos ustedes saben, Pablo Odell quedó a cargo del perfil en Facebook de Horacio Vázquez–Rial, por expreso deseo del autor y con el consentimiento de sus hijas, herederas de sus derechos.

Un perfil que si las cosas se hubieran hecho bien, hace rato que debería haber migrado a una página de fans pero, como no se hizo, se mantuvo tal cual lo dejó él: como un perfil personal, aunque orientado a su faceta de escritor.

Si ustedes echan un vistazo: podrán ver que cada vez que Pablo Odell realizaba una entrada, lo hacía aclarando que era «un mensaje de Pablo Odell»: para avisarle a sus contactos si había novedades sobre su obra, sus libros, sobre cualquier cosa que tuviera que ver con él.

Suponemos que los miles de contactos estaban al corriente de la situación, porque al poco tiempo de fallecer el autor, Pablo Odell publicó en el muro, que quedaba a cargo del perfil como amigo y editor, y a disposición de todo el mundo para cualquier consulta: invitándolos de paso, a sumarse a la página fan «Vazquezrialistas» (esta sí, controlada por sus editores). La idea era que sus contactos «personales» fueran migrando (algo que, curiosamente, no ha pasado).

Durante este tiempo, se aceptaron alrededor de un centenar de nuevas amistades, pero siempre, inexorablemente, avisando de la situación, y de las circunstancias. Y en todos los casos, en que la solicitud de amistad era propuesta por un tercero, denegándola automáticamente. Lo más duro ha sido decirle a algunas gentes que mandaba comentarios sin saber, que Horacio había fallecido.

Pues bien, desde hace un par de semanas eso ya no es posible. Digamos que «Facebook» se ha enterado de que Horacio Vázquez–Rial ha fallecido, pero que su perfil seguía activo y funcionando: con likes, comentarios e informaciones compartidas (todas monitoreadas por Pablo Odell, atento a trolls, a improperios o broncas.  Y lo ha interrumpido todo.

Nos da la opción de eliminar la cuenta, o de convertirla en lo que ellos llaman una «cuenta conmemorativa» que, en principio parece una buena noticia pero, como aclaran que no habrá posibilidad de editar nada, será página en blanco para sus admiradores como para sus detractores. Y esto último ya no nos hace tanta gracia.

Por lo tanto les adelantamos que, en principio, nuestra idea es dar de baja la cuenta… dentro de un tiempo prudencial: cosa que si alguien quiere tomar alguna imagen, texto o comentario, pueda hacerlo, y centrarnos en la página Vazquezrialistas como página fan del autor y medio en red social para difundir novedades relacionadas.

Como dicen en los casamientos, si alguien tiene algo que decir que lo diga ahora: dentro de unos días, un par de semanas a lo sumo, ya será tarde.

No nos parece mal, dicho sea de paso, que Facebook ponga orden en sus millones de usuarios: al menos entre quienes está vivos y quienes no… las personas, digo, porque sin duda que con todo el amor y todos los intereses del mundo, el perfil de Horacio en Facebook estaba más vivo que el de muchas personas vivas.

Ana Richard sobre «La libertad de Italia»

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Muy interesante el comentario de Ana Richard sobre la novela de Horacio Vázquez-Rial: La libertad de Italia y que reproducimos aquí con su permiso:

Acabo de terminar Libertad de Italia. Se lee en nada. Y me ha encantado. Qué bien escribía Horacio. He empezado por éste porque tenía curiosidad porque sabía que tenía una puntuación ortográfica original. La verdad es que creía que Horacio había sido pretencioso con el intento, pero no me queda más remedio que retractarme. Logra mantener una redacción coherente sin usar puntos. Bien es cierto que emplea algún pequeño truco como meter dos puntos donde normalmente iría un punto y seguido. Pero son ocasiones contadas (también Delibes recurrió a rodeos por el estilo en Los Santos Inocentes). La trama intriga y engancha, a pesar de saber el desenlace desde el principio. Y la propuesta de que todas las revueltas con peligro de descontrolarse por el exceso de violencia, están orquestadas desde el aparato de los servicios de información es tán actual, que parece mentira que esté hablando de la Argentina de los setenta.

Comentaba con una amiga el otro día, tras leer un cuento de Scott Fitzgerald, que me había gustado cómo lograba imbuir en el lector los sentimientos de sus personajes. Pues lo mismo, pero mucho más, me pasa leyendo a Horacio.

Cada vez que caigo en leer alguna de las novelas españolas de éxito masivo de hoy en día, acabo decepcionada por la mediocridad de tramas y personajes y por las ambientaciones fallidas que nos venden como trabajadísimas. Sin embargo, cuando cae en mis manos un texto tan bien compuesto como éste, me reconcilio con la novela y disfruto como una enana del español bien escrito.

Los trapicheos menudos

Pablo Odelll @ Facebook > Vazquezrialistas

Pablo Odelll @ Facebook > Vazquezrialistas

Cuántas cosas que leemos en los libros, en los medios medios de la «midia», en la calles. Cuántas cosas que a veces nos parece que no entendemos cómo pueden ser posible, quedan explicadas en éste párrafo, traído al pairo desde uno de los cuentos, «El hombre frío», de Horacio Vázquez-Rial.

«Si la guerra es la continuación de la política por otros medios, y la política es la continuación de los negocios por otros medios, basta con abolir la política para hacer evidente la realidad de la guerra como escenario ideal para los negocios, y de los negocios como guerra. Y si no hay un enemigo disponible, se lo inventa. No me refiero, claro, a los grandes negocios, el petróleo, el oro, esas cosas, sino a los cotidianos, pequeños, mezquinos, los negocios de la mayoría, los trapicheos menudos: ésos son los que

El verano de los leones

Un comentario sobre las relaciones entre la historia y la novela histórica

Por Horacio Vázquez–Rial

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La historiografía tradicional, es decir, la historia que se presenta escrita en tratados, manuales o ensayos, contiene un importante componente de ficción: la sola presentación de los sucesos en un orden determinado, no siempre ni necesariamente el estrictamente cronológico, sino un orden adecuado desde un punto de vista didáctico, supone una intervención del redactor en el terreno de lo que se considera real: una intervención modificadora, una alteración. En el momento en que el historiador inicia el relato de unos hechos, de acuerdo con una jerarquía y con una interpretación particular de su encadenamiento y, por lo tanto, de su sentido, empieza a hacer literatura: deviene creador, en tanto que narrador, al igual que el novelista.

En el párrafo anterior, he escrito con deliberación «el terreno de lo que se considera real», y no «la realidad», porque el punto de partida de toda síntesis histórica es el documento: la crónica, el testimonio, el monumento, la carta, el registro de nacimientos o de defunciones, o cualquier otro factor probatorio de que algo ocurrió: el documento, nunca la realidad. Ya que, si lo que se cuenta en un texto nace de la experiencia personal del autor, de su percepción directa, el texto posee valor documental pero no es historiografía, escritura de la historia.

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Elegir un camino

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Por Horacio Vázquez–Rial

Hemos perdido el pasado. Nos ha sido expropiado por aquellos que han comprendido que, si poseen el pasado, poseen también el presente. No el futuro, que es una fantasía de la cultura de los siglos precedentes, sobre todo los dos últimos, el XIX y el XX, cuando nuestra especie daba por supuesto que había leyes de la historia que llevaban a alguna parte. Ya nada se da por supuesto, y menos aún eso: la historia, se cree hoy, no lleva a ninguna parte.

Ya hemos pasado 1984. La profecía de Orwell se ha cumplido en todas sus partes. Hablamos neolengua. Estamos vigilados. El pensamiento independiente puede llevarnos a la muerte; o al ostracismo, si nos toca una zona del planeta en que las buenas maneras impidan el asesinato durante un cierto lapso. Y el Gran Hermano no sólo es el más perverso, sino, para colmo, también es el más imbécil, el más codicioso y el más ignorante. Y tiene tendencias suicidas. Para ocuparse del pasado están los intelectuales, que no trabajan en las condiciones del ciudadano Winston Smith en el Ministerio de la Verdad, sino en despachos y aulas de universidades; no hace falta que nadie les lea el pensamiento: realmente piensan lo que dicen.

No hay que asombrarse por nada de ello. Existen antecedentes, sobre todo, en el curso del siglo XX. Los fascismos y los comunismos, su desborde en el nazismo, los populismos y las democracias autoritarias nos prepararon para ello. Y, sobre todo, prepararon a los que se suele llamar dirigentes y hasta líderes.

No voy a decir que eso fuera mejor, porque en muy pocos casos, si es que hay alguno, la sociedad marchó en un sentido, ya no digo que correcto, sino, simplemente, acorde con sus propios intereses. Y el que uno creyera, en tales circunstancias, elegir su camino era un error de proporciones inimaginables.

El relato y la historia

Henry Odell & Horacio Vázquez–Rial. ¿Conoces el proyecto de rescatalogación de la obra completa de HVR?

¿Conocen el proyecto de rescatalogación de la obra completa de HVR? Henry Odell & Horacio Vázquez–Rial.

¿Era Horacio Vázquez–Rial un escritor que construía la realidad literariamente? No. Horacio no hablaba de su trabajo como escritor en clave «construcción», sino en clave «explicación».

«Sólo trato de explicar y explicarme cosas. Sé menos sobre aquello de lo que trato después de escribir que antes: tal vez la escritura no sea más que un medio de aprendizaje». Horacio tenía claro en el desarrollo de su escritura ese concepto de imposibilidad para reconstruir los procesos históricos. «¿Sólo la literatura se hace cargo de la realidad?»

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Sólo palabras

Escribió una vez Horacio Vázquez–Rial:

Yo sólo dejaré palabras. En ellas y con ellas me he movido siempre. Las de mi legado son palabras de hombre responsable: comprometido, se decía no hace mucho, y aunque eso siempre quería decir comprometido con la izquierda, es verdad que uno puede cambiar el sentido de la expresión: comprometido con la verdad, que no es de izquierdas pero tampoco de derechas. Está más cerca y más lejos. Y es más dolorosa pero más limpia. La clave está en por dónde empezó cada uno de nosotros. Podemos legar nuestra experiencia, pero se trata de una experiencia condicionada. Por los libros, los discursos, el cine, la música. He contado muchas veces que soy quien soy porque me crié en una casa con biblioteca y piano. Y teléfono. Y radio. Y televisión desde 1958, cuando yo tenía once años. Lo primero que podemos legar es, pues, aquello que condicionó nuestra experiencia.